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"La Zanahoria Voladora"
En una tranquila granja, vivía una coneja llamada Lola, muy orgullosa de su huerto de zanahorias. Cuidaba cada planta como si fuera un tesoro… porque lo eran. Pero había un problema: alguien estaba robando sus zanahorias por las noches.
—¡Esto es una zanahorrabia! —gritó Lola indignada una mañana—. ¡Hoy mismo atrapo al ladrón!
Esa noche, se escondió entre las matas con unos binoculares (hechos de tubos de papel higiénico, por supuesto).
A medianoche, escuchó un crack entre las hojas. ¡Era una tortuga! ¡Y no una cualquiera, era Tito, el más lento del lugar!
—¿¡Tito!? ¿Tú eres el ladrón? —preguntó Lola, más confundida que enojada.
—Eh... sí... pero no lo hago por maldad —dijo Tito con voz pausada—. Solo que cuando llego al mercado, ya no queda ninguna zanahoria… ¡tú te las llevas todas!
Lola se quedó pensando. Era cierto: siempre quería tener las mejores y no dejaba nada para los demás.
Entonces, pasó algo inesperado: una zanahoria que habían dejado en equilibrio se resbaló y ¡voló por el aire directo al caparazón de Tito! ¡PLOC!
—¡Ay! ¡Esa sí que fue una zanahoria voladora! —se quejó Tito, mientras Lola reía a carcajadas.
Desde entonces, Lola comparte su cosecha y Tito ayuda con el riego (aunque se tarda una eternidad en llegar con el agua).
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