cuento magico por trineo

 Había una vez, en un rincón escondido del mundo, un jardín que solo florecía de noche. Lo cuidaba una niña llamada Lía, que tenía el don de hablar con las estrellas.

Cada noche, mientras todos dormían, Lía regaba las flores con agua de luna y susurraba cuentos que las estrellas le contaban desde el cielo. Las flores, a cambio, brillaban como luciérnagas, y cada pétalo contenía una chispa de magia.

Una noche, una estrella cayó del cielo. Se llamaba Théo y tenía forma de niño, con ojos que brillaban como diamantes. Había perdido su camino de regreso al firmamento.

Lía lo acogió en su jardín y, juntos, buscaron el sendero de estrellas que lo llevaría de vuelta a casa. Pero el tiempo era corto: si Théo no regresaba antes del amanecer, su luz se apagaría para siempre.

Con la ayuda de una flor del jardín —una rosa de cristal que cantaba—, Lía y Théo volaron entre las nubes, cruzaron ríos de niebla y encontraron el puente secreto entre mundos.

Antes de partir, Théo le dio a Lía una estrella en forma de colgante. “Siempre que la toques,” dijo, “me escucharás brillar.”

Y desde entonces, cada noche, Lía cuida el jardín con más amor que nunca, sabiendo que, entre cada flor y cada estrella, vive la promesa de una amistad mágica e infinita.

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